Desde Fundación Promoción Social nos unimos a la celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales. Este año el objetivo es construir la resiliencia de las mujeres rurales frente al COVID-19.

La lucha contra el coronavirus debe ser compatible con la actividad en el área rural, como el acceso al agua potable, a los alimentos, a la educación o a la capacitación profesional en ámbitos donde el porcentaje de personas en situación de precariedad laboral o sin trabajo es muy alto.

Las mujeres constituyen el 41% de la mano de obra agrícola del mundo, proporción que se eleva al 49% en los países de bajos ingresos, aunque tienen menos acceso que los hombres a los recursos productivos. El COVID-19 impone restricciones a la circulación de mercancías, el cierre de mercados y la interrupción de las cadenas de suministro.

Las diferencias y dificultades que sufren las mujeres en países donde Fundación Promoción Social trabaja, se acentúan en el mundo rural; las mujeres rurales juegan un papel esencial en mantener los pilares de la seguridad alimentaria en cuanto a disponibilidad, accesibilidad, uso y estabilidad, y la nutrición. Además, las mujeres y niñas del medio rural son factores clave de resiliencia frente a la crisis climática.

En nuestros proyectos de desarrollo agropecuario, la Fundación incorpora un componente claro de mejora de las condiciones de vida de las mujeres que viven en áreas rurales, centra sus esfuerzos directamente en apoyarlas para lograr recursos productivos y generar ingresos, y prioriza su involucración en la organización de las actividades y su participación activa en la gestión y en el proceso de toma de decisiones, como en el caso de nuestros convenios, financiados por AECID, en Palestina y Etiopía.

En un día como hoy, desde el Observatorio “Mujer e Igualdad” (OMEI) de Fundación Promoción Social, creado con el objetivo de contribuir a la reducción de la pobreza y las desigualdades entre mujeres y hombres, nos hacemos eco de algunos de los datos que muestra el informe de la Organización Internacional del Trabajo: “Rural Women at Work: Bridging the GAP”.

En el mismo informe se destaca que si las mujeres de las zonas rurales tuvieran el mismo acceso que los hombres a la agricultura, bienes, la educación y los mercados, se podría aumentar la producción agrícola y reducir el número de personas que padecen hambre en 100-150 millones.

El informe aborda cuestiones cruciales como el hecho de que cuando se combinan las horas de trabajo remuneradas y no remuneradas, las mujeres trabajan muchas más horas en comparación con los hombres. Las mujeres rurales corren un alto riesgo de abuso, acoso sexual y otras formas de violencia de género.

OMEI participa en la lucha por la reducción de las distintas brechas en el mercado de trabajo entre hombres y mujeres, lo que es sin duda un objetivo esencial de cara a 2030, y esta brecha es especialmente profunda en el ámbito rural.

Para fomentar la resiliencia de las mujeres rurales frente a la pandemia hace falta la colaboración y el apoyo de todos.

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